jueves, 3 de noviembre de 2016

El teatro desde los ojos de un actor

Lo que se ve representado en escena, a la hora de apreciar una buena obra de teatro, por lo general nunca es lo que actores y otros miembros de la puesta en escena sienten en ese momento, he aquí el arte del teatro, lo que marca a un buen actor es su capacidad de demostrar, dar a entender y transmitir sierras emociones y estados de ánimo, sea cual sea el suyo propio.

Es en la mente de un actor en donde se lleva a cabo una de los más interesantes procesos, al momento en que un actor con sentimientos y emociones propias, tiene que reconciliarse con estas, aceptarlas y dejarlas salir de su ser para dar paso a las emociones del personaje que está a punto de representar y poder por un cierto tiempo dejar de ser, pensar y actuar como él mismo para poder convertirse en alguien más en escena.


Para llevar a cabo la siguiente investigación sobre todo lo que pasa dentro de la mente de un actor o actriz a la hora de interpretar un personaje, se han realizado diversas entrevistas y encuestas a selectos miembros de el grupo Teatral y de difusión cultural del tecnológico de Monterrey campus Zacatecas:

Tal como realizar una danza o baile en grupo, el teatro requiere de una inmensa capacidad de control del cuerpo, aunque no lo parezca se requiere de fuerza, resistencia, elegancia y delicadeza. En la mayoría de las actuaciones, al interpretar a un personaje no lo haces desde la comodidad de tu cama o un sofá, por lo general te encuentras en un hambriento hostil y peligroso dependiendo en mayor parte de la calidad de la utileria con la que se cuenta, en varias ocaciones está no está bien puesta o es frágil por lo tanto es difícil hacer una buena interpretación.

Recuerdo en una ocasión en la que estaba representando la obra de teatro "embrujada" y mi papel era el principal, de la bruja malvada del oeste, mi papel era uno de los más complejos pues se trataba de por sí sobre una chica con temor, desconfianza y algunos traumas de la infancia sin resolver, por lo tanto actuar como tal me era terriblemente difícil.

En esta obra compuesta de dos actos de aproximadamente 45 minutos cada uno, tuve uno de los momentos más complicados a lo largo de toda mi carrera. Justo en la escena previa al intermedio, en la que mi personaje una bruja que hasta el momento había sido la persona más buena y amable del mundo, sin embargo con muchos problemas para relacionarse con la sociedad, había ido al encuentro del mago de oz, conocido por su inteligencia, grandeza e inmejorables habilidades para la magia, tan solo en busca de respuestas, ayuda y aceptación.

Después de haberse encontrado con el mago, mi personaje, elphaba, se encontraba en una terrible decepción puesto que el mago que hasta ahora había sido su gran admiración y fuente de esperanza, además de su maestra y tutora la señora morrible quien le había apoyado y dado palabras de aliento para continuar con con  estudios en el arte de la magia, resultaron ser nada más y nada menos que traidores, de malas intenciones y obscuros deseos que no solo no tenían la intención de apoyar a elphaba si no que además deseaban utilizar su extrema habilidad para la magia pera beneficios propios.

Estos dos últimos personajes causantes de la transformación de elphaba, deseaban hacer uso de su magia con la finalidad de mantener al pueblo de oz atemorizado y concentrado en las grandes amenazas y de este modo no dedicarse al desarrollo de la ciencia, al crecimiento de sus ciudades y mucho menos a la investigación o cuestionamiento sobre el supuesto Pedregal invencible del mago de oz.

En el momento en el que elphaba, nuestra protagonista, se da cuenta de tal farsa no puede series tiro más y trata de huir del castillo del mago de oz, en el cual se encuentra, sin embargo los guardias del castillo tienen la estricta indicación de no dejar ir a la señorita ya conocedora de los obscuros objetivos del mago y sus grandes mentiras, además de que ya se le ha hecho creer al pueblo de oz que esta muchachita es de terribles intenciones y deseadora del mal de todo aquel que se le acerque.

Dado a esta situación  elphaba se ve en la necesidad de intentar un hechizo nunca antes hecho por ningún mago o bruja, que consta en la imposible idea de desafiar la gravedad. Con un viejo e ilegible libro de hechizos, elphaba intenta lograr volar para poder escapar de los guardias que la persiguen, aunque como era de esperarse su plan no sale del todo bien puesto que en vez de lanzar el hechizo sobre sí misma, elphaba comete un error y termina hechizando una escoba que se encontraba en el cobertizo donde ella se refugiaba.

Ya sin tiempo, paciencia ni capacidad mágica para volver a intentar el hechizo, elphaba se monta sobre la escoba voladora que ha hechizado y de este modo logra escapar de los guardias que para este punto ya tienen prisionera a su compañera y amiga guinda.

Todo a lo largo de esta complicada escena lo que yo como actriz tuve que hacer fue interpretar el complejo papel que se ma había sido asignado, correr de un lado a otro del escenario, cargar con un pesado libro de "hechizos", sostener un micrófono con una mano, decir mis diálogos fuertes y claros con la otra, mantenerme al pendiente de las indicaciones que se me estaban siendo dadas desde el fondo del teatro, utilizar un grande y pesado vestido negro, lidiar con la comezón que el maquillaje produce, además de mantenerme al pendiente de las acciones de mis compañeros actores, cantar una difícil y potente canción, y además subir una escalera que, para terminar más graciosa la historia, estaba bastante floja y estuvo a punto de caer en más de una ocasión al piso.

Como pueden ver, el ser actriz, a pesar de lo que aparenta, en realidad es una profesión muy complicada para la que se ocupan muchas habilidades físicas, coordinación, agilidad mental, y concentración para poder siempre ser capaz de ofrecer un buen espectáculo al público sin importar todas las adversidades e imprevistos que se puedan dar en escena.

En otra ocasión estaba presentando una obra de teatro escrita, dirigida y actuada por el grupo de teatro privado al que asistía, como era un grupo privado tan solo un pequeño grupo de niños y adolescentes de entre 7 y 13 años pertenecía a él y tenía oportunidad de participar en sus representaciones. Uno de los personajes que incluía la obra era un mago.

En el estreno de esta obra de teatro, teníamos el teatro lleno y todos estábamos bajo mucha presión pues era el estreno además de que era la primera representación extensa que hacíamos en presencia de un público tan extenso, en especial el compañero que tenía el papel del mago se encontraba muy nervioso y recuerdo que en una de las escenas del final, en el que él tenía que dar las indicaciones finales para que el grupo de elfos a su mando pudiera vencer en una batalla, el olvido sus diálogos
Era un muy mal momento para olvidar los diálogos, además de que sus diálogos eran de vital importancia para el correcto desarrollo del final de la obra. Me vi en una situación desesperada y lo único que pude hacer en ese momento fue improvisar, O por lo menos eso fue lo único que pareció una buena idea en mi pequeña mente de niña de 8 años.

Al final el muchacho representando al mago invento unas nuevas indicaciones que no tenían nada que ver con las que venían en el libreto, y todos seguimos sus indicaciones a base de improvisación e imaginación. Aunque al momento me sentí demasiado nerviosa, al terminar la obra me reí como pocas veces en la vida.

Es llenador, satisfactor, amable, cálido, y excitante la sensación que te deja un buen espectáculo. Al finalizar, al bajar del escenario y volver a entrar en cuenta del torbellino de emociones que pasan por tu cuerpo, estás cansado como pocas veces en tu vida, te duelen los músculos y te sientes muy agitado, pero el orgullo que sientes, la satisfacción, es de lo más placentero que he sentido en toda mi vida.

No hay sentimiento más halagador que el que te viene al pecho en el momento en que un miembro del público, conocido o no, se te acerca al final de la obra que has presentado, solo para decirte que le ha gustado tu trabajo, y que quisiera sacarse una foto contigo. Sin duda alguna la primera vez que eso me sucedió fue un momento que cambio mi vida, la chica que me pidió la foto me dio las gracias, pero quien le estaba agradecida era yo.

Recuerdo que en esa ocasión iba completamente pintada de verde, tanto cara como brazos, espalda, hombros y cuello. Así que mi apariencia era un tanto exótica. También llevaba un color labial con un tono rojo intenso y una fuerte sombra morada en las pestañas. Recuerdo que un par de niñas se acercaron al finalizar la obra, muy muy emocionadas y me pidieron una foto. En verdad a un principio no lo podía creer, ese instante quedo grabado en mi memoria.

Ese momento infundió en mí el más intenso sentimiento que perdura en mi ser, es ese algo que me hace querer explotar cuando siento la adrenalina correr por mis venas, como la pasión que siente un deportista en el campo de juego, un artista por su arte, un escritor por las letras.

El teatro se ha vuelto como una parte de mi, algo que crías, como un hijo del cual tienes que cuidar pero te hace sentir tan feliz que vale la pena; lo ves crecer con el tiempo y volverse más demandante a la vez que da resultados más impresionantes, te contagia de su alegría y te da la oportunidad de convertirte en quien tú quieras.

Al estar en el escenario puedes vivir las más grandes aventuras de todo el mundo sin peligro alguno, tan solo disfrutando del paseo, y haciendo que los sucesos ocurran con tu propia voluntad, el teatro es único, mágico transporta tanto a actores, actrices y espectadores al lugar, época, situación y sentimientos que deseen.


 Por: Ximena Montes de Oca



  

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